Cuando mi tía abuela Ruth Mesa murió, sentí que un capítulo de mi historia familiar había concluido. Aunque ella nos transmitió todo lo esencial de su ser que ahora vive en cada uno de nosotros, su expresión de vida única, su autenticidad, nunca volvería a repetirse. Ella encarnaba toda la gracia, la belleza, el carisma, el humor, toda la fuerza de los valores femeninos de mi cultura de origen.
Me prometí que cuando estuviera lista, volvería al pueblo de su infancia, Jericó, para encontrarme con mujeres que compartieran su generación y hacer la misma tarea que hice en mi familia, pero hacerlo con mi familia extendida, y dejarle a Jericó, a Antioquia y a Colombia, como pequeña expresión de su patrimonio inmaterial, el retrato de esta generación de mujeres que encarnan valores ancestrales y siempre esenciales de nuestra cultura.
Bienvenidos a las historias singulares, locales, que hacen eco con las historias universales del profundo espíritu femenino… Aquí y en todas partes.
¡Sabiduría femenina para saborearse la vida!